domingo, 24 de junio de 2018

Ómnibus.

El ómnibus fue el primer vehículo de transporte público colectivo de viajeros. Para entendernos, digamos que fue el antecesor del autobús, en tracción animal.

Hay un general consenso en que el ómnibus nació en la ciudad de Nantes en 1823, y que incluso allí nació también el nombre. Cuentan las historias que un tal Monsieur Stanislas Baudry, retirado del Ejército, montó una fábrica de harinas en las afueras de Nantes y, ya que había dispuesto una máquina de vapor, decidió aprovechar el agua caliente para montar unos baños públicos. Ciertamente, fábrica y baños estaban en las afueras, así que dispuso un coche para llevar a la gente desde el centro de la ciudad hasta los baños. El coche de caballos fue un éxito; siempre iba lleno. Pero los baños fueron un fracaso; pocos acudían a ellos. Pronto M. Baudry se dio cuenta de que la gente utilizaba el coche para desplazarse a otros asuntos. Así que cerró sus negocios y montó, en cambio, un servicio de ómnibus en Nantes.

Y aquí entra el por qué el vehículo y el servicio recibieron el nombre de ómnibus. Cuentan que la parada de los vehículos en el centro de Nantes estaba ante el negocio de un sombrerero, de apellido Omnes que, haciendo un juego de palabras con su apellido, de claro significado en latín, puso un rótulo: “OMNES OMNIBUS” (Omnes para todos). A la gente le dio por identificar a los coches de caballos con el rótulo del sombrerero: OMNIBUS. Y con Ómnibus se quedaron aquellos coches que, es verdad, eran para todos.

Es muy difícil encontrar imágenes de los ómnibus madrileños. En esta foto, a la izquierda, en primer plano, un tranvía de mulas de la Compañía del Tranvía del Este. En segundo término, a la derecha, un ómnibus, posiblemente un ómnibus urbano con anuncio de Singer, circula sobre la vía del tranvía. Fuente: Historias Matritenses.


El ómnibus en Madrid.

Es posible que se produjeran en Madrid algunos casos de implantación puntual de algún servicio de ómnibus, quizás de no mucha duración, pero es difícil espigar esa información. La más antigua que he encontrado se refiere al establecimiento, en abril de 1843, de una línea de Ómnibus entre la puerta de Toledo y la puerta de Bilbao, al parecer establecida por la Compañía de Diligencias generales de España. Fernández de los Ríos nos dice que “la Compañía de diligencias generales cometió el absurdo de ensayar durante un mes la circulación, con el título de ómnibus, de grandes faetones tirados por seis caballos y delantero. Después de este fracaso no se volvió a intentar en muchos años la organización de un servicio de ómnibus en la villa”.

A partir de ese momento, el “efecto ómnibus” se dispara. Aparecen en la prensa diaria anuncios de ómnibus, que en unos casos se refieren a servicios de diligencias a poblaciones más o menos próximas, y en otros son servicios en Madrid con motivo de fiestas o celebraciones. Por ejemplo, a los baños en el río Manzanares; servicios nocturnos a la salida del Circo; a la pradera de San Isidro con motivo de la festividad del Santo Patrón; a la salida de los bailes de máscaras del Liceo; a maniobras militares junto a la Venta del Espíritu Santo. Y, por supuesto y principalmente, a los toros. La mayoría de estos “servicios discrecionales” eran prestados por la Compañía de Diligencias generales de España, que tenía su despacho en la calle de Alcalá número 21, aunque la cochera parece que estaba en la calle de las Huertas. Pero lo que aquí nos interesa es el ómnibus prestando servicio urbano de viajeros en líneas establecidas, a ser posible con algún tipo de autorización o concesión municipal.

La información sobre Madrid contenida en el Madoz (1847), prolija en relación a diligencias y otros servicios de transporte con origen en Madrid, no incluye referencia alguna a la existencia de servicios de ómnibus urbanos.

Había inquietud por la ausencia de un servicio de ómnibus. Comentario sobre el inexistente servicio público de ómnibus en El Clamor Público, del 1 de octubre de 1853: “Omnibus. Murieron las sociedades anónimas por falta de buena organización, y los esfuerzos individuales suplieron desde entonces a los colectivos de donde nació la desconfianza en el prógimo. A esto debemos atribuir la falta en nuestra corte de muchas mejoras, y entre ellas las de un servicio interior de ómnibus que transporte la población de un punto a otro. Una persona sola no es fácil que acometa semejante proyecto por temor a la concurrencia, caso de salir bien el negocio, y de que podrían llevar la empresa sin tanto desembolso desconfían la una de la otra. Por esto se nos figura que si alguien pidiera al señor Corregidor permiso por tiempo limitado para establecer ómnibus en el interior de la población, debería otorgársele bajo condiciones aceptables como servicio cuya utilidad todos reconocen. Esto, lejos de afectar los intereses de nadie, podría ser motivo para que algún día recaudase el Ayuntamiento buenas sumas para componer el empedrado”.

El comentario de El Clamor Público tenía mucha lógica. Interesante que se asegurara una cierta estabilidad a quien decidiera implantar el servicio. Pero la implacable realidad demostró que esa licencia o concesión municipal con exclusiva durante un cierto plazo, no funcionó. Las sucesivas autorizaciones municipales, incluso con concurso público por medio, dieron lugar a que los concesionarios incumplieran las condiciones, no montaran el servicio en el plazo establecido, siendo frecuente que resultaran ser cuentistas, sinvergüenzas, estafadores, primistas… Hasta que el Ayuntamiento se hartó y decidió que quien quisiera establecer un servicio regular de ómnibus urbanos, que se arriesgara, porque él no iba a entrar ni salir en el tema. Pero no adelantemos acontecimientos, y veamos cuáles fueron los primeros servicios de ómnibus, establecidos por decisión de particulares o empresas.

Leemos en La Época del 5 de noviembre de 1853: “Según un anuncio que hemos visto, desde el domingo próximo se establecerá un ómnibus de ocho asientos que irá y vendrá en cada media hora, desde el pasaje de Murga, en la Red de San Luis, hasta la fuente de Chamberí; siendo seis cuartos el precio de cada siento, y hará las espediciones desde las ocho de la mañana a igual hora de la noche. A las horas y medias partirá de Chamberí; un cuarto antes y un cuarto después de cada hora saldrá de la Red de San Luis. Este pensamiento es de algunos propietarios de Chamberí, que en esto se proponen más que especular, facilitar la comunicación con Madrid a los vecinos de aquel barrio, a los cuales se les permiten abonos mensuales por cantidad bastante módica”. Por tanto, esa línea de ómnibus, parece que la segunda de Madrid, se puso en servicio el 6 de noviembre de 1853.

No he encontrado la referencia que confirme la puesta en servicio en esa fecha de noviembre, pero en todo caso en ese mes de noviembre tenemos indirectamente la confirmación de que ya funcionaba, gracias a un comentario de otro periódico, El Clamor Público, del 19 de noviembre de 1853: “Cosas de España. Viendo algunos vecinos de Chamberí que las repetidas escitaciones de la imprenta no han podido lograr se ponga un buzón en la plaza de aquel barrio, y haya en el estanquillo del mismo sellos para el franqueo, han comprado una cantidad de estos disponiendo se vendan en sitio determinado, donde también se depositan hasta cierta hora las cartas, que después se conducen a Madrid en virtud de convenio particular, el mayoral del ómnibus establecido últimamente para dicho punto. Esta determinación, aunque costosa, ha sido preciso adoptarla para evitar continuas molestias a los que allí viven; mas sin renunciar por eso a las justas pretensiones de que la dirección de correos tome a su cargo este servicio, como lo ha hecho en el interior de la capital”.

El primer fracaso municipal en la concesión de líneas de ómnibus tuvo por protagonista a D. Alfonso Laforest y Blanchet. Se inició el tema en agosto de 1855, y la concesión de seis líneas urbanas se dio en abril de 1856. Laforest inició sus prácticas dilatorias con el anuncio de la creación de una Sociedad que se ocuparía del servicio. Pasa el tiempo, y ni se inicia el servicio ni Laforest hace entrega al Ayuntamiento de las cantidades acordadas. En febrero de 1958 el Ayuntamiento decide rescindir el contrato y la concesión a Laforest. Pero Laforest, con la concesión caducada, se presenta en Madrid con media docena de ómnibus, que hace circular por las calles madrileñas.

Y final del folletín Laforest. Pues resulta que Laforest fue un estafador. Y como tal estafador fue condenado por el Tribunal Correccional del Sena, en audiencia del 4 de mayo de 1860. La historia está extensamente contada en el número del 31 de mayo de 1860 de La Epoca. Laforest no consiguió reunir el dinero suficiente para poder emitir las acciones de su Sociedad. Encargó 35 ómnibus en París, y tuvo dificultades para que se los entregaran, por falta de pago. Con un socio, antiguo conductor de los ómnibus de París, todo indica que consiguió 15 coches y 40 caballos para traerlos a Madrid (por lo menos, llegó hasta Bayona). Laforest y su socio fueron condenados en rebeldía a cinco años de presidio y cincuenta francos de multa. Laforest fue definido como “refugiado en España, sin crédito y sin recursos personales”. ¿Cuántos otros Laforest hubo en la historia de los ómnibus y tranvías madrileños?

  Tres posibles ómnibus urbanos en una calle madrileña. Fuente, Historias Matritenses. 
CORRECCIÓN. No se trata de tres ómnibus, sino de tres tranvías del Tranvía de Leganés, fotografiados en el primer tramo de la calle de Toledo. Esta foto es realmente la ampliación
de otra, y en la ampliación se han desvanecido las vías…

Hubo otros muchos casos en Madrid de fracasos en concesiones municipales de líneas de ómnibus. Hasta que llegamos a la sesión del Pleno del Ayuntamiento de 15 de diciembre de 1866, cuando el Ayuntamiento Pleno toma este acuerdo: "Y que en lo sucesivo, para evitar el monopolio a que dan lugar los privilegios, no se admita ninguna instancia de este género, debiendo los interesados acudir al Sr. Alcalde Corregidor en demanda de licencia como se hace para las demás clases de carruages". Esto significa que no es necesario, a partir de ese momento, que se presenten solicitudes al Ayuntamiento para el establecimiento de líneas de ómnibus, sino que cualquier empresario puede establecer el servicio, con tal que el vehículo cumpla los requisitos y procedimientos expresados en el reciente “Reglamento para el servicio de los ómnibus y demás carruajes a la calesera” aprobado en 9 de mayo de 1866. Aun así, el Ayuntamiento siguió coqueteando con concursos de ómnibus en fecha tan tardía como 1869. 
 
   Una imagen muy conocida. Este ómnibus NO ES un ómnibus de servicio urbano. 
Es un “servicio discrecional” desde la Puerta del Sol a la Plaza de Toros.

Mientras tanto, otros empresarios deciden actuar por su cuenta en la implantación de líneas de ómnibus. En este caso, un servicio al barrio de Pozas. La Correspondencia de España  del 19 de enero de 1866 nos confirma la noticia: “El nuevo servicio de ómnibus que según dijimos ayer acaba de establecerse en esta corte, entre la Puerta del Sol y el nuevo barrio de Pozas sale cada media hora de cada uno de dichos puntos y se dirigen: el coche que sale de la Puerta del Sol por la calle de Preciados, plazuela de Santo Domingo, calles Ancha de San Bernardo, de los Reyes, de San Bernardino, plazuela de los Afligidos y calle de la Princesa al café del Buen Suceso. El que sale de este último punto se dirige por la calle de la Princesa a la Plazuela de los Afligidos, calles de San Bernardino, de los Reyes, ancha de San Bernardo, plazuela de Santo Domingo, calle de las Veneras, plazuela de las Descalzas, calles de Capellanes, del Arenal y Puerta del Sol, hasta el Café Imperial. Estas espediciones empiezan a las siete de la mañana y terminan a las doce de la noche, y las personas que quieran aprobecharse de este servicio, por sólo un real tienen opción a un asiento, apeándose del coche en el sitio que tengan por conveniente”. Este servicio no cuenta con concesión del Ayuntamiento, sino que funciona como si se tratara de un servicio a los toros o a los baños del Manzanares. Quizás esa sea la clave de su futuro. Y hasta estableció un servicio de “ómnibus escolar”, al Colegio de la Cruz, Montaña del Príncipe Pío, calle del Rey Francisco.

Hubo líneas de ómnibus que se planteaban dentro del término municipal, cuya frecuencia era tan baja que difícilmente podían considerarse “servicios regulares”. En el Diario Oficial de Avisos de Madrid del 18 de junio de 1866 aparece el anuncio de un “Servicio de ómnibus a las Ventas del Espíritu Santo y Concepción o Lugar nuevo”, desde el 15 de junio. Tan sólo dos servicios por sentido al día, 2 reales, partiendo de Alcalá 2.

Publicado en La Esperanza del 23 de octubre de 1867: “Dice un periódico: El día 1º del mes próximo empezarán ya a alquilarse varias habitaciones de las nuevas casas del barrio de Salamanca. Parece que se van a establecer ómnibus a cuatro cuartos asiento desde aquel barrio a la Puerta del Sol”. Otro ómnibus con futuro. En aquel tiempo, el término “habitaciones” equivalía a “viviendas”.

Parece que aquél primer ómnibus a Chamberí desapareció. El diario La España del 6 de agosto de 1868 publica esta noticia: “Falta hacía. Se ha establecido en Madrid un servicio de ómnibus al vecino pueblo, o mejor aún, barrio de Chamberí. Los coches parten de media en media hora de la Puerta del Sol, desde las siete de la mañana. Aplaudimos esta idea, y tenemos seguridad de que los resultados corresponderán a los buenos deseos de los empresarios”.

  Este vehículo NO ES un ómnibus de una línea urbana. Es un ómnibus que presta servicio a la Estación del Niño Jesús, del Ferrocarril del Tajuña, desde el Despacho Central en Alcalá 12. Colección Alfredo Garrote Martínez.

Leemos en La Correspondencia de España del 30 de mayo de 1870 que “La antigua empresa de ómnibus de José Torres, que tiene a su cargo el servicio diario desde el barrio de Salamanca a la Puerta del Sol, ha resuelto, en obsequio del público, establecer desde 1º de Junio otro nuevo servicio, disponiendo salgan dos coches cada media hora, uno desde dicho barrio y otro desde la Puerta del Sol, fijando el precio de la travesía en el módico de medio real”. Así que el primer tranvía de Madrid tenía la referencia de la demanda de transporte existente en el barrio de Salamanca.

Se inaugura en 1871 la primera línea de tranvía madrileño, del barrio de Salamanca a la puerta del Sol y el barrio de Pozas. Inicialmente, no parece que ello afecte a las líneas de ómnibus que unen Sol con esos dos barrios. La Época del 29 de noviembre de 1871 incluye este comentario: “Los carruajes del tramvia que hacen el servicio al barrio de Pozas van casi siempre enteramente vacíos, pues la gente prefiere ir en el ómnibus, por costarle la mitad de precio. Creemos que si el tramvia exigiera sólo un real, en vez de los dos que ahora cobra por el viaje desde la Puerta del Sol a la Montaña del Príncipe Pío, iría en ellos mucha gente, y la empresa, en vez de perder como ahora le sucede, tendría segura la ganancia”.

Extrañamente, desaparece el ómnibus del barrio de Salamanca. ¿Éxito del tranvía o problemas económicos? El 7 de enero de 1872 se publica en La Época este anuncio: “Caballos y mulas; carruajes y guarniciones del servicio de ómnibus del barrio de Salamanca. Se venden en pública subasta el día 12 del corriente, a las doce de la mañana, en las cocheras del mismo servicio, situadas a espalda de la casa de la calle Serrano num. 40, caballos y mulas de edad conocida propios para tiro y labor, carruajes y guarniciones, cuyo ganado y efectos así como el pliego de condiciones estarán expuestos al público desde la inserción de este anuncio”. Y después de celebrada la subasta, aparece este otro anuncio: “Se venden tres ómnibus procedentes de París, varias guarniciones de la mejor construcción y dos caballerías; pueden verse en las caballerizas de la calle de Serrano, detrás del núm. 40, o dirigirse a la calle de Claudio Coello num. 13, 2º, barrio de Salamanca”.

Pero aparece un nuevo servicio de ómnibus al barrio de Salamanca. Leemos en el Diario Oficial de Avisos de Madrid del 27 de octubre de 1872: “Transportes. Aviso Importante. Desde el día 3 del próximo mes de Noviembre se establecerá un servicio de ómnibus tan cómodo como rápido, desde la Puerta del Sol al barrio de Salamanca y vice-versa, al insignificante precio el asiento de medio real”.

    Ómnibus de Oliva, línea a Puerta del Sol y Plaza de la Cebada, 1880.

Nuevo ómnibus a Chamberí. Noticia del 2 de septiembre de 1873: “Se va a establecer un servicio de ómnibus que partiendo de Chamberí por la calle de Fuencarral y Puerta del Sol irá a la plaza de la Cebada y vice-versa”. Y el día 10 de septiembre leemos: “La nueva empresa de ómnibus desde la Puerta del Sol a Chamberí, se ve cada vez más favorecida por el público, en razón a la baratura de sus precios, exactitud en las horas de salida y comodidad en los carruajes”. Que dure. 

Pasan los años, se van instalando nuevas líneas de tranvías, y los ómnibus son cada vez menos noticia. Quejas de los vecinos del barrio de Salamanca. Ante el mal servicio, dice La Epoca del 20 de octubre de 1875 que: “... tendrán que pedir el restablecimiento de los ómnibus...”. Luego ya no funcionaba. Pero continúa en servicio el ómnibus de Chamberí, a juzgar por las quejas que sobre su servicio se producen, según comentario publicado en La Iberia de 8 de noviembre de 1877; no estaba todavía en servicio el Tranvía del Norte.

Aparece un nuevo servicio de ómnibus, al barrio de Monasterio. Nos informa La Iberia del 26 de septiembre de 1878: “Desde el día 23 de Septiembre se ha establecido un servicio de ómnibus que partirá desde la calle de Alcalá, esquina a la de Cedaceros, por los Paseos de Recoletos y la Castellana, barrio de Monasterio, al merendero de la Cruz del Radio. Saldrá diariamente desde las diez de la mañana hasta las nueve de la noche, todas las horas, y de la Cruz del Radio a las medias. Precios: Desde la calle de Alcalá al barrio de Monasterio, un real: idem al merendero, dos reales”. El barrio de Monasterio estaba en el Paseo de la Castellana, donde ahora desemboca María de Molina. Todavía no existía el tranvía del Hipódromo.

   Otro ómnibus, posiblemente urbano, también con anuncio de Singer.

El Tranvía de Estaciones y Mercados coquetea con los ómnibus. Prueba de los ómnibus del sistema Canterac, el 5 de marzo de 1881; eran unos vehículos “híbridos”, aptos para circular como tranvía y como ómnibus. Esta compañía tranviaria disponía de ómnibus, y se descubrió en marzo de 1887 algo inadmisible: había suspendido el tranvía a la Estación del Norte (billete de 25 céntimos), sustituido por su servicio de ómnibus (billete de 50 céntimos).

Ómnibus de Antón Martín a Noviciado. Información aparecida en El Liberal de 19 de septiembre de 1881: “Se ha pedido autorización al Ayuntamiento para establecer un servicio de ómnibus entre la plaza de Antón Martín y el Noviciado, con grandes ventajas para el público. Estos coches, que serán de gran comodidad para el público, tendrán doce asientos en el interior y otros doce en su parte superior, recorriendo el trayecto siguiente: Plaza de Antón Martín, Matute, Príncipe, Carrera de San Jerónimo, Puerta del Sol, Carmen, Preciados, Ancha de San Bernardo al Noviciado. Este trayecto, que se dividirá en dos paradas, costará 5 céntimos desde la Plaza de Antón Martín a la Puerta del Sol y 10 desde este punto al Noviciado. Hoy se harán con los coches las pruebas de recorrer el citado trayecto y se cree que saldrán de las respectivas paradas cada diez minutos”. Sabemos que se puso en servicio, por otro anuncio sobre publicidad aparecido dos meses después en La Correspondencia de España.

Y llegaron los ómnibus del sistema Ripert.  En un amplio comentario sobre los tranvías escribe La Epoca del 9 de enero de 1882: “Dícese que en breve se establecerán unos coches de nuevo sistema que pueden conducir sin carriles diez y ocho personas, y que están dando los mejores resultados en Marsella y en Génova”.

Pero de los ómnibus Ripert ya hemos hablado. A partir de ese momento, todo el mundo llamaba Ripert (o algo parecido) a cualquier modelo de ómnibus.

  Ripert. La Ilustración Española y Americana,  8 de abril de 1882.

Y los ómnibus, Ripert o no Ripert, cayeron en manos de in individuo monopolista, en origen un industrial del gremio del transporte, de nombre Manuel Oliva. Sus dos últimas líneas de ómnibus, la de la calle de Zurbano y la de la calle del Noviciado, cesaron de funcionar en 1902. Me resulta desagradable hablar de ese individuo. 
 
 
ADENDA Y CORRECCIONES.

He recibido un correo de Ferrán Leria, del blog “railsiferradures” [http://railsiferradures.blogspot.com/], un blog amigo, señalándome una identificación errónea en una foto de esta entrada, y aportando una serie de fotos de ómnibus madrileños. Agradezco sus comentarios, y procedo a corregir un pie de foto y a añadir dos de las fotos aportadas por Ferrán.

La foto con identificación errónea es la segunda de esta entrada, que supuestamente podrían ser tres ómnibus, y que ha sido identificada como una ampliación de detalle de una foto de tres tranvías del Tranvía de Leganés en el primer tramo de la calle de Toledo. La corrección la he añadido en el pie de esa foto.

La primera foto añadida corresponde a un ómnibus jardinera que asciende por la Carrera de San Jerónimo, a su paso ante el Congreso de los Diputados y está fechada en 1890. Su no inclusión en mi texto original fue un olvido imperdonable por mi parte, por cuanto esta foto ha sido SIEMPRE presentada ERRÓNEAMENTE como un tranvía. ¡Señores, NUNCA circuló un tranvía de mulas por la Carrera de San Jerónimo!


La segunda foto añadida está identificada como “Manifestación en la calle de Alcalá, finales del Siglo XIX”. Si es una manifestación, parece muy pacífica. Lo interesante es la fila de siete ómnibus detenidos en la acera de los pares, se supone que corresponden a la línea de Barquillo de la Empresa Oliva. Los ómnibus son jardineras, y el ambiente es veraniego, con unas cuantas sombrillas entre el público asistente: también son jardineras de mulas los tranvías detenidos en el centro de la calzada.


He preparado un PDF que presenta en forma conjunta las distintas informaciones aparecidas en este Blog sobre los "Ömnibus Urbanos en Madrid".

Siguiente capítulo:  Ripert.

Saludos.
José Antonio.

viernes, 1 de junio de 2018

Tranvías. EMT. La Despedida.

Final de los tranvías en Madrid. El jueves 1 de junio de 1972, a los 101 años y un día de su inauguración el 31 de mayo de 1871.

La implacable enemiga del Ayuntamiento de Madrid, durante los anteriores 101 años y un día, alcanzaba por fin su objetivo: la eliminación de los tranvías madrileños. En enero de ese año se había suprimido la línea 78 (Estrecho - Fuencarral) y desde ese momento ya sólo quedaban en servicio dos líneas: la 70 (Plaza de Castilla - San Blas) y la 77 (Pueblo Nuevo - Ciudad Pegaso). Curioso que todas esas líneas procedían de la CMU (Tranvías de la Ciudad Lineal), la obra de Arturo Soria.

Vimos hace poco cómo fue el proceso de preparación de la conmemoración del Centenario, un año antes. Cuando pregunté a mis contactos habituales en la EMT sobre la ceremonia de la Despedida, me aseguraron que el tema estaba en marcha y que habría una comitiva de despedida, con un tranvía decorado con una leyenda alusiva a la despedida. El tranvía del Centenario participará en la presentación en la cochera de Fuencarral, pero no en la comitiva, ya que tiene prohibido circular por Arturo Soria. Y, por supuesto, invitarán a los aficionados de la AAFM. Así que poco trabajo me dio la preparación de la Despedida.

El día de la Despedida, 1 de junio de 1972, era Jueves. Ese día muchos aficionados tuvimos que pedir día libre en nuestros trabajos.

La cita era en las cocheras de Fuencarral. Allí nos esperaba el tranvía conmemorativo, el 1134. Pero, ¡oh desencanto! la leyenda alusiva a la Despedida contenía un error garrafal: ponía “31 Mayo 1972” en lugar de “1 Junio 1972”. Ya no tenía remedio. En fin, ¿les echamos la culpa a los pintores?

En uno de los bucles del patio interior de la cochera de Fuencarral fueron desfilando los tranvías, para delicia de los fotógrafos. Primero el ya citado 1134, el Tranvía de la Despedida.

 
Le seguía el 1148, el coche que nos acompañaría en la comitiva, que también había sido repintado para la ocasión. En el primer momento llevaba en el frente una tablilla de la línea 49, “Ventas - Rosales”.


En el desfile de tranvías estaba también el tranvía del Centenario. En su frente llevaba la tablilla de la línea 18, “Obelisco – Puerta del Sol -  San Francisco”. En su trasera vemos una escalera de tijera; le estaban poniendo la tablilla de la trasera…


Y la tablilla de la trasera correspondía a la línea 35 “Plaza Mayor – Puerta del Angel”. 
 

En su trasera, el 1134 llevaba la lógica tablilla “1871 – 1972”. Y en la parte baja de la ventana trasera, la tablilla de la línea 80 “Gta R de Alda – Alfonso XII – Atocha – Delicias”. Vemos a unos queridos amigos que ya no están entre nosotros: Campo, Frutos, Arenillas…


Los tres tranvías de la celebración (con doble ristra de gallardetes en el trole) dieron varias vueltas por el patio. En las ventanas de su costado izquierdo, el 1134 ostentaba varias tablillas.


El 1148 también llevaba en su trasera tablilla de la línea 49, “Ventas – Rosales”.



También en el costado derecho del 1134 habían dispuesto varias tablillas.  Y en su frente alguien había colgado el escudo de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid, en el que la locomotora de vapor había sido sustituida por un tranvía. 


Finalmente, la comitiva se pone en marcha. Por la vía reservada en el lateral de la Avenida del Generalísimo, el 1148 que nos acompaña lleva ahora el rótulo “AAF Madrid. Grupo Tranvías”.


En Plaza de Castilla tomamos el itinerario de la línea 70 y al llegar al final de Arturo Soria nos desviamos hasta llegar al término de la línea 77, en Ciudad Pegaso (en la imagen). La tablilla del 1134 es ”1871 – 1972”.


  
De Ciudad Pegaso fuimos al término de San Blas de la línea 70. Parada-foto. Junto al 1134, el 1131 prestando servicio en la línea 70. Al fondo, otro PCC en reserva en la vía muerta del bucle de retorno.


 
De vuelta a las cocheras de Fuencarral solicitamos salir en el 477 (del Centenario) hasta la Plaza de Castilla. Y nos lo concedieron. En la imagen, la parada-foto en Plaza de Castilla. El tranvía que se ve en la distancia, en el extremo derecho de la foto, está en la parada inicial de la línea 70, en la calle de Mateo Inurria.


 
Arrancamos de vuelta a cocheras, y al entrar en Agustín de Foxá se hace cargo de la controla un conductor espontáneo. Marca puntos demasiado rápido, y salta el fusible. Hay que bajar el trole (el mejor interruptor) y el conductor profesional saca de su bolsillo un hilo de cobre y reemplaza el fusible, alojado en una caja exterior, En este tipo de tranvía, el conductor siempre llevaba en el bolsillo el hilo de cobre. Aprovecho la parada para la última foto de la excursión.



Llegamos a la cochera de Fuencarral, y el 477 es introducido en la nave de la cochera, donde ya está guardado el 1148.
 


Se me pasaba señalar que la EMT entregó como recuerdo de este día un sobrecito con reproducciones de ocho billetes antiguos de tranvías.



¿Se acabó así el día de la despedida? No. Sabíamos que, tras el último coche del día, circularía el “Tranvía de la Despedida”, el 1134. Y allí estuvimos, a bordo de aquel último tranvía, que entró en Fuencarral cuando eran pasadas las dos de la madrugada del día 2 de junio de 1972.

ADIÓS, TRANVÍAS MADRILEÑOS.

QUE ALGÚN DÍA VOLVAMOS A VEROS EN NUESTRAS CALLES.


Saludos.
José Antonio.