domingo, 29 de diciembre de 2019

El apellido Tartajo.


El apellido de cada uno.

¿Cuál es el origen de mi apellido? No resulta extraño que, en algún momento de la vida, nos planteemos esa pregunta, sobre todo si nuestro apellido no es de los más usuales.

En un determinado momento, mi hermana mayor decidió acudir a uno de esos anuncios que en las revistas y periódicos ofrecían buscar árboles genealógicos o escudos nobiliarios correspondientes a nuestros apellidos. Y el resultado de su encargo fue el siguiente escudo nobiliario. Pues qué bien… Declaro públicamente mi escepticismo respecto a estos dibujantes de sueños, sin poner en duda que habrá expertos capaces de no inventar escudos nobiliarios. Más sobre este tema un poco más adelante.


Empecemos por la cuestión de qué significa mi apellido. Según el diccionario de la Real Academia, tartajear equivale a tartamudear. El diccionario no recoge el término “tartajo”, sino “tartaja” como adjetivo, aunque señala que también se usa como sustantivo. Hace tiempo leí en algún sitio que el tartamudo tiene un trastorno de la comunicación, mientras que el tartajo es el que tartamudea ocasionalmente a consecuencia de sorpresa o miedo. Pero no he vuelto a encontrar nada en ese sentido.

En algunas ocasiones ocurre que los apellidos están relacionados con el nombre o el gentilicio de una población, o con alguna característica de la persona, como mote o defecto. Veamos estos dos casos en lo que se refiere a mi apellido.

Ese tema de los apellidos que proceden de gentilicios, patronímicos. toponímicos, motes, etc., está magníficamente explicado en la entrada “Apellidos de Pozoblanco” del blog “El Guijo”.

Si buscamos mi apellido en un diccionario geográfico nos encontraremos con que existe una población en la provincia de Soria cuyo nombre era “Torre del Tartajo” y actualmente “Torretartajo”. Curiosamente, alguna web de genealogista asegura que mis antepasados estaban relacionados con esa población.



El apellido Tartajo en Brihuega.

Pasemos a lo práctico. Mi abuelo paterno nació en Brihuega (Guadalajara), y ese es mi punto de partida para buscar el origen de mi apellido.

Mi tío Manolo tenía la costumbre de alquilar en Agosto una vivienda en Brihuega para pasar unos días en esa población. Yo conocí dos viviendas sucesivas. Primero, una casa de dos plantas en la calle de la Sinoga, esquina a un callejón que ostentaba el pomposo nombre de Calle de Tenerías Altas, frente al Callejón de la Cárcel; esta casa existe, o al menos existía en 2016. Después alquiló un piso en una casa próxima a Santa María, con un gran balcón en la trasera que tenía magníficas vistas sobre el Castillo de Peña Bermeja y la vega del Tajuña.

   Fachada por la calle de la Sinoga de la casa que alquilaban mis tíos. El solar de la izquierda era en 1948 una casa “de pueblo” en cuyo zaguán había un pilón con agua corriente. Pero preferíamos cruzar la calle a por agua de la fuente a la entrada del Callejón de la Cárcel. Pero cuidado; que ese agua te dejaba propenso a las diarreas y al Tanagel. Foto de 28/10/2016.

   Fachada por la calle de Tenerías Altas de la casa que alquilaban mis tíos.
Foto de 2810/2016.

   Al fondo, parte de la fachada por la calle de la Sinoga, de la casa que alquilaban mis tíos, 
vista desde el Callejón de la Cárcel. Foto de 28/10/2016.

El caso es que allá por 1948 mis tíos me llevaron con ellos a Brihuega, a la casa de la calle de la Sinoga. Y aquél fue mi primer contacto con la búsqueda de mi apellido. Pronto aprendí tres cosas: Primero, que no había más personas con apellido Tartajo en Brihuega. Segundo, que en Brihuega era habitual que todos los habitantes tuvieran un mote. Tercero, que en el Cementerio había lápidas con personas de primer apellido Tartajo, personas del Siglo XIX (años mil ochocientos y pico).

En Brihuega teníamos dos parientes lejanos. Uno era Francisco, y familia, dueño de una Fonda y de un establecimiento ¿un colmado? al principio de la calle de la Sinoga, dando frente a la Carretera. El otro era Julián Vacas, y familia, de apodo “Portillo”; más sobre este personaje en siguientes párrafos. Por otra parte, mi padre tenía un primo lejano de apellido Ortega, que siempre he pensado que también procedía de Brihuega; en todo caso, en Brihuega hay personas con ese apellido, Ortega.

En Brihuega existía la inveterada costumbre de designar a las personas por motes o apodos. Yo llegué a pensar si mi apellido procedía de uno de esos apodos, que en algún momento antes de existir el Registro Civil (implantado en 1871) llegó a utilizarse en alguna inscripción en los libros parroquiales; ya veremos que no. Se atribuye a mi posible tío-abuelo Cipriano Tartajo, la redacción de un texto en el que se recogen multitud de apodos de personas briocenses, posiblemente en los primeros años del 1900. En ese texto aparece el apodo “Portillo” que corresponde a mi lejano pariente Julián Vacas. Este personaje aparece citado en “Viaje a la Alcarria”, de Camilo José Cela (1948), que lo define, muy correctamente, como un chamarilero. Pero su actividad principal era salir a la llegada del autobús de “Herederos de Flora Villa” procedente de Madrid, con una bandeja colgada del cuello, vendiendo caramelos, golosinas y otros productos alimenticios. Es bien sabido que la película de Miguel Picazo “La tía Tula” se rodó en Brihuega en 1964. La última vez que se emitió en La 2 de TVE observé que el auténtico Portillo desempeñaba su propio papel a la llegada del autobús; no he visto esta información reflejada en ningún sitio.

A continuación, el texto atribuido a mi pariente Cipriano Tartajo, reproducido del Facebook antes señalado:

CHICHANELADAS

Pues señor... y va de cuento.
En un pueblo de la Alcarria, cuyo nombre no hace al caso, tranquilo y feliz vivía el bonachón de CAPAZORRAS, que alegremente compartía el tiempo entre el mosto y la caza.
Ocurriósele una mañana dar su acostumbrada vuelta por el Monte, y allá fue con su escopeta al brazo en BUSCA de piezas que cobrar.
Quiso su buena FORTUNA que no hiciera más que llegar y besar el santo, pues a su vista aparecieron un enorme ZORRO que a saltitos perseguía a un CONEJO y a una LIEBRE, quienes, a todo correr, huían de las garras de aquel.
Nuestro cazador no quiso perder la ocasión, echase la escopeta a la cara, MONTA el GATILLO y al disparar se queda con él en la mano, mientras desaparecían por el llano los animalitos. Únicamente la liebre, algo más atrevida, se queda escondida entre un TAMARÓN que medio QUEMADO allí había.
El burlado cazador pensó en desquitarse, y así lo hizo, apurando de un solo trago cuanto vino contenía en su ya mermada BOTA.
Mientras tanto la liebre tuvo lugar de huir y fue a reunirse con una GRAJA, una GOLONDRINA y un GORRIÓN, a quienes contó lo ocurrido pidiéndoles consejo en trance tan apurado, acordando todos ir a reunirse con una OVEJA que junto al arroyo se encontraba comiendo un SALMERÓN y varios CAILLOS y CONEJAS.
Cuando mayor era la discusión apareció el tío CAPAZORRAS hecho un CURRO con la mar de HERMOSURA, andando como sin RUEDAS, algo PENEQUE o, mejor dicho, con una gran MONA, de tal manera que no echó de ver saltando un GAZAPO de entre sus pies, con los cuales estaba destrozando unas ROSILLAS.
Serenado un poco discurre, CAVILA, y vuelve a atacar el CAÑÓN, visto lo cual la liebre exclamó:
¡Vaya un CUCO! Esto se pone SERIO y el caso es CHUSCO, tanto que habrá que ponerle CRUCES y hasta un CHAPITEL, porque si ese NENE me matase, con seguridad que me llevaría a la FONDA para que conmigo se diesen un banquete MANCHEGO, PIQUITO y MARIÓN, en compañía del CORTELERO, PINCHE y CAGANIDOS.
¡Cualquiera busca pelillos para escaparse de este buen hombre! Y si no ceja en su empeño ese CABEZÓN, con seguridad que hará de mí una MONAFRITA y no valdrán PALABRILLAS ni LEYES para salvarme, ni aun los mismos MAHOMA o PADRE ETERNO.
Por fin, sin auxilio de ningún CANGREJO ni CALDO ni AGUA, y gracias a sus PATAS, de un salto la buena liebre, aunque PREÑADILLA, cruzó el arroyo con ínsulas de MANZANARES, subió la CARA CUESTA que al otro lado había, a la vez que decía para sus adentros: ¡Corre! No se arme una VENTISCA, pues parece que GRANICEA.
Desfallecida por aquella sin igual carrera, llegó nuestra perseguida liebre a un CORTIJO en cuya OCHAVA estaban jugando GUERRILLEROS y una muchacha INDIANA. Tan entretenidos estaban que no la vieron pasar por delante de la BODEGA, en cuya puerta había una BOTIJA que al tropezar con ella hizo un PORTILLO.
De un brinco se coló dentro de un TINAJÓN grande que junto a la COCINA estaba, y un olor a CABRITO AHUMADO que a cualquiera le abría el apetito. Con tal excitante la liebre pensó en su estómago y se puso a buscar dentro de su guarida algo que comer. Y, en efecto, allí había varios BURRAJOS, unas pelotas PARIAS, unos PERNILES y una cazuela que contenía CHIL y HUEVO con una oliva. Aquella parecía una despensa de las que usaba FRAY SEVINO en tiempos de PIOLOCO y CABRILES.
Repuestas ya sus decaídas fuerzas, decidiose a salir al portal, donde encontró CONSUELO a su pena, pues allí había un músico CANO con MONTERA tocando en una GAITA SEGUIDILLAS y un BOLERO, que en unión de CHELMA y CHICOL daban más vueltas que una PERINDOLA. Al ver la liebre aquella ZAMBRA no pudo por menos de decir: ¡Bien! Aquí todo el mundo CAMPA, TEMPLA y EMPINA la BOTA. Y lo mismo el MANCABOLO que BRACILLO comen GACHAS y MIGAS revueltas con canela y de postre camuesas de la PANIPA y MANTEQUILLAS de CHORUGA, y aun que me mate un tiro.
En esto se presentó el tío CAPAZORRAS con mucho TACONEO y dando SILBIDOS u una PERRILLA que traía puesta no hacía más que gruñe que gruñe, pues olfateaba a la liebre, la que visto esto no pudo más y exclamó: ¡Este bárbaro me ASPA!, no me queda más remedio que encomendarme a la divina DIOSA ya que nadie podrá prestarme auxilio.
Al mismo tiempo saltaron un GUARDUÑO y un LOBILLO que en la casa había y entre todos engancharon a la pobre liebre, yendo de este modo a dar con sus huesos en la COCINA. El tío CAPAZORRAS entonces, en el colmo de su entusiasmo, empezó a dar órdenes, y dijo a un MARAGATO corta leña, y a FUTIQUE ten cuidado al desollarla, pues necesito la piel para una MOCHILA, a PARRAGUS le mandó por una cuchara y por último dijo a PILATOS senténciala que ya es hora que nos la comamos, como así lo hicieron a la tenue y pálida luz de la LUNA.
(Cipriano Tartajo.)



La aventura americana de los Tartajo.

En una de tantas búsquedas en Google introduciendo la palabra Tartajo, saltó un libro publicado por la Universidad de Stanford en el año 2000: Transatlantic Ties in the Spanish Empire: Brihuega, Spain, and Puebla, Mexico, 1560-1620. La autora, Ida Altman, había investigado en distintos Archivos de los dos lados del Atlántico el fenómeno de la emigración de personas procedentes de Brihuega que en su mayoría se establecieron en la población de Puebla (entonces en Nueva España y actualmente en Méjico), en el período de 1560 a 1620.

  

Esta es la reseña de este libro en Google Books:

Between 1560 and 1620, a thousand or more people left the town of Brihuega in Spain to migrate to New Spain (now Mexico), where nearly all of them settled in Puebla de los Angeles, New Spain's second most important city. A medium-sized community of about four thousand people, Brihuega had been a center of textile production since the Middle Ages, but in the latter part of the sixteenth century its industry was in decline a circumstance that induced a significant number of its townspeople to emigrate to Puebla, where conditions for textile manufacturing seemed ideal.

The immigrants from Brihuega played a crucial role in making Puebla the leading textile producer in New Spain, and they were otherwise active in the city's commercial-industrial sector as well. Although some immigrants penetrated the higher circles of poblano society and politics, for the most part they remained close to their entrepreneurial and artisanal origins. Closely associated through business, kinship, marital, and compadrazgo ties, and in residential patterns, the Brihuega immigrants in Puebla constituted a coherent and visible community.

This book uses the experiences and activities of the immigrants as a basis for analyzing society in Brihuega and Puebla, making direct comparisons between the two cities by examining such topics as mobility and settlement; politics and public life; economic activity; religious life; social relations; and marriage, family, and kinship. In tracing the socioeconomic, cultural, and institutional patterns of a town in Spain and a city in New Spain in all their connections, continuities, and discontinuities the book offers a new basis for understanding the process and implications of the transference of these patterns within the early modern Hispanic world.

Ciertamente, es un libro en el que aparecen una serie de personas y familias procedentes de Brihuega, sus viajes, y sus relaciones con los familiares que quedaron en Brihuega. Muy de refilón aparecen personas de apellido Tartajo, unos en Brihuega, otros en América, aunque no todos en Puebla, sino también en otros territorios. Así que ya en el Siglo XVI había personas con mi apellido, tanto en Brihuega como emigrados en América.

He encontrado una webamericana de búsqueda de antepasados en la que se citan hasta 100 personas con el apellido Tartajo, que corresponden a una parte de los Tartajo que cita Ida Altman en su libro, precisamente en el mismo período citado en el libro.

 

El apellido Tartajo en la actualidad.

Como he señalado anteriormente, si acudimos a Internet e introducimos en un buscador un apellido cualquiera, encontraremos un sinfín de webs que nos ofrecen genealogías, escudos nobiliarios, estadísticas de personas con ese apellido en primer o segundo lugar, etc. Una caterva de posibles cuentistas, falsarios, estafadores, entre los cuales es seguro que habrá personas decentes que puedan realmente ofrecernos lo que buscamos. ¿Cómo acertar?

Perdida entre tantas direcciones que se nos brindan, aparece el Instituto Nacional de Estadística, que me ofrece el siguiente resultado:


De los números citados en el cuadro, reconozco como miembros de mi familia a ocho personas de primer apellido y dos de segundo apellido, todas ellas en Madrid.



Actualización a 2019.

El texto anterior lo escribí a mediados de 2017, y la entrada quedó en reserva. El pasado Domingo, en una celebración familiar surgió el tema del origen de mi apellido. Así que he decidido revisar este texto y actualizarlo. Y escribo actualizarlo porque observo que los datos que me ofrece el Instituto Nacional de Estadística han variado en el período transcurrido de dos años. Éste es el último texto disponible:


En los totales, ha bajado en una unidad (de 63 a 62) el número de personas con el primer apellido Tartajo, y se mantiene el número de personas con segundo apellido Tartajo. Pero, dentro de cada categoría, hay grandes cambios. En la distribución geográfica, aunque los Tartajo cordobeses siguen siendo mayoría, su número se ha reducido drásticamente en ambas columnas; es difícil admitir que esa reducción haya sido debida exclusivamente a fallecimientos, y es posible que se hayan producido cambios de domicilio a otras provincias; aparte, por supuesto, del cambio de criterio que cito en el siguiente párrafo.

El incremento de personas con apellido Tartajo en una provincia dada puede ser debida a traslado de provincia o al nacimiento de una criatura, con padre Tartajo si el nuevo miembro es Tartajo de primer apellido, o de madre Tartajo si la criatura es Tartajo de segundo apellido. Por otra parte, la desaparición, en cada provincia, de un Tartajo en cualquiera de las dos columnas puede ser debido a cambio de domicilio o a fallecimiento. Doy por hecho que, en la práctica, unos y otros casos se suman y se restan, hasta llegar a las cifras actuales. Pero de nada valen las anteriores elucubraciones porque resulta que el Instituto Nacional de Estadística ha modificado el criterio de presentación de la frecuencia de los apellidos, que en 2016 era por provincia de nacimiento y en 2018 es por provincia de residencia. ¿Por qué el cambio?

Otra curiosidad estadística. El apellido Tartajo, a 1/1/2018, figuraba en la posición número 34.817 en el listado de apellidos más frecuentes en España. Tengo entendido que en el mes de Mayo de cada año se publican las estadísticas de frecuencia de apellidos, actualizadas a 1º de Enero de ese año.

Por último, una corrección en el ámbito familiar. De los números citados en el segundo cuadro, reconozco como miembros de mi familia a nueve personas de primer apellido y dos de segundo apellido, todas ellas nacidas y residentes en Madrid.

Saludos.
José Antonio.